Hermandad de la Trinidad

CRÓNICA Y GALERÍA FOTOGRÁFICA DEL ROSARIO DE LA ESPERANZA

Segunda semana de diciembre y Año Jubilar de la Esperanza. Atrás quedó abierto el pórtico de los días grandes de la Espera con la Festividad de la Inmaculada. Y ahora, pasados escasos días, otra invitación a vivir con fe el camino de preparación a la Natividad: El Rosario de la Esperanza. Un acto felizmente incorporado por nuestra Hermandad en las fechas de Adviento y, dicho sea de paso, de profunda raíz trinitaria. Una oración a la Virgen que ya promoviera el fraile Simón de Rojas como ofrenda a la Madre de Dios; toda “una corona de rosas” de nuestro amor hacia Ella. 

Y así fue como lo vivimos los hermanos, devotos y cofrades que nos unimos a él; todo un regalo que transcurrió de principio a fin la tarde del pasado sábado trece de diciembre; fría y corta en horas de luz como corresponde a las fechas, pero de enorme calidez en la compañía y cercanía de Nuestra Señora. A sus plantas, todo belleza: sus andas, su atavío, exorno, la cera… nos llevaba atónitos a su mirada que bien reflejaba la alegría de la Buena Nueva: Jesús que está a punto de llegar de nuevo a nuestras vidas.

Y con la venida de ese Niño, que siendo niño atraía a adultos y que siendo adulto se rodeaba de ellos, el cortejo estuvo repleto de jóvenes y pequeños. Una iniciativa que venía a recordarnos que verdaderamente el Reino de los Cielos es de quienes se vuelven inocentes, sencillos y humildes de corazón.

Y así, con esa ilusión propia de la niñez se iniciaba con puntualidad este piadoso culto público por la feligresía de San Román y Santa Catalina. Enclave inigualable pero circunstancial, en tanto en cuanto, obligaba a modificar la idea inicial de llevar a la Esperanza a los vecinos y hermanos de la feligresía de San José Obrero; un anhelo que deberá aguardar al año próximo, Dios mediante.

No obstante, toda la incertidumbre de los días previos por los cambios sobrevenidos, se disiparon cuando el cortejo y la Virgen de la Esperanza sobrepasaron el dintel de la Basílica a los sones de la querida Banda de Nuestra Señora de la Oliva de Salteras y se plantó de lleno ante las muchas miradas que se agolpaban en el compás de la Iglesia.

Alcanzaba la Santísima Virgen el cancel, parando por un momento las prisas y el tumulto de la transitada avenida, hasta alcanzar las inmediaciones del Colegio Beaterio de la Stma. Trinidad. Allí se rezó el primer misterio gozoso con la comunidad de Hermanas Trinitarias que prepararon y acogieron con la ilusión de siempre este momento de oración ante la bendita imagen.

Ya cayendo la tarde y a pocos metros alcanzamos por calle Sol la Parroquia de San Román y la Iglesia de los Terceros, donde los hermanos de la querida Hermandad de la Cena compartieron el segundo misterio. Un entramado de vías en el que los escasos vecinos que allí residen y la mirada curiosa del foráneo se fueron encontrando con la belleza de La Esperanza.

La encrucijada entre Sol, Alhóndiga y Bustos Tavera nos ponía en camino hasta la querida Hermandad de la Sagrada Mortaja. Un momento íntimo y de especial belleza por el entorno del Convento de la Paz, en cuyas dependencias tuvo lugar el rezo del tercer misterio.

Especialmente emotivo fue el rezo del cuarto misterio en el Santuario de la querida y vecina Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Salud y María Santísima de las Angustias.

Bajo la cerámica del azulejo que preside el Santísimo Cristo de las Cinco Llagas fue discurriendo el cortejo apresurando la inminente conclusión del rezo del Santo Rosario. Una engalanada calle Sol de colgaduras y gallardetes nos hacía caer en la cuenta de la cantidad de encuentros y miradas al paso de La Esperanza que habrían acontecido durante toda la tarde; unas de sorpresa y admiración y otras de profunda emoción y devoción. En todas ellas se intuía la petición sencilla, el agradecimiento, el recuerdo de alguien cercano, un nuevo propósito o el piropo a su impronta. Y ese fue el sentir que lo fue llenando todo a su paso hasta el regreso a la Basílica, previo rezo del quinto y último misterio gozoso. Ya en el interior el templo resonaron al unísono las letanías finales a la Virgen, sabedores de que la Esperanza estuvo entre muchos para decirnos que quien espera en ella y en quien ha de venir no sentirá decepción alguna: Spes non confundit.

✍️ Carlos Rey

📸 Pedro Sánchez

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