Hermandad de la Trinidad

CRÓNICA DEL VIACRUCIS

Decía San Agustín: «Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”. Con esa inquietud de búsqueda y ganas de amar mejor salimos, un año más, al encuentro del Señor de las Cinco Llagas; a buscar cobijo en sus heridas, sabedores de nuestras debilidades, errores y preocupaciones diarias. Llegó el Miércoles de Ceniza y con ello los días de Conversión.

 

El Señor de las Cinco Llagas presidió la Eucaristía de Cenizas en el presbiterio de la Basílica. Junto a Él, hermanos, fieles y devotos participaron del rito de imposición con el deseo profundo de dejarnos tocar y ser convertidos.

 

Al finalizar la celebración, y como cada año, el cortejo se organiza y discurre por la nave central de la Basílica. Mientras tanto, tiene lugar ese instante mágico en el que se cruza la mirada de nuestra Madre desde la sencillez y sobriedad de su altar. Ella, y sólo Ella, nos recuerda en ese justo momento que la Esperanza es la virtud fundamental en nuestro deseo de cambio.

 

Ya en el dintel de salida se enmarca la silueta del Señor precedido de un reguero de cirios rojos. El incienso y las voces blancas de la escolanía salesiana, que como cada año nos acompaña, se elevan y acallan el murmullo, recordándonos que nuestra oración también asciende y es escuchada.

 

El cortejo avanza, y en la encrucijada de Sol con Madre Isabel de la Trinidad, hacemos sendas estaciones en el @CBeaterio y la Casa Natal de Santa Ángela. Allí experimentamos en silencio que Dios es verdadero centro de vida en las vocaciones al servicio de los más pobres y pequeños. Para nosotros, Dios es igualmente ese tesoro que da sentido a nuestro día a día, aunque a veces nos cueste reconocerlo en las cosas pequeñas.

 

Ya entrada la noche, el entorno de Santa Lucía y Enladrillada nos conduce a la visita de las Siervas de María, las Hermanas Jerónimas de Santa Paula y Filipenses de Santa Isabel. Son todos ellos lugares recogidos y austeros, remansos de espiritualidad que nos invitan a reflexionar sobre el ayuno y la limosna en sus vidas y las nuestras. Qué difícil desprendernos de lo material y hacer el sacrificio de entregar tiempo de calidad al servicio de los que nos rodean.

 

Casi de inmediato, dejamos atrás la imponente portada y fuente renacentista del Convento de Santa Isabel para visitar a la querida @RealHdadServita. Ante sus Sagrados Titulares hacemos estación y oración fraterna.

 

Seguidamente, hacemos estación en la puerta del edificio del que fuera casa de las Hermanas Concepcionistas, el Convento de Santa María del Socorro. Una extraña sensación de añoranza nos recuerda cómo, hasta no hace mucho, las religiosas nos abrían sus puertas, nos acogían y hacían un paréntesis en su vida contemplativa para guiar la oración ante el Señor. Al reanudar la marcha, la esbelta torre azul cobalto de la @PsromanStacata nos avisa de que llegan las últimas estaciones.

 

Se alarga el cortejo en la estrecha Sol y para muchos aparecen recuerdos vividos. Hacemos presente a aquellos hermanos y hermanas que descansan ya en la Gloria del Señor, pero que sin duda siguen dándonos su luz e intercediendo por nosotros. Entretanto y con avidez, se aprovechan los últimos relevos para portar las andas y estar aún más cerca de Él.

 

Ya a las puertas de la Basílica, el ambiente es de absoluto recogimiento y nuestros últimos pasos nos llevan nuevamente a la intimidad de nuestra Capilla. El rostro de Nuestra Señora es un ascua de luz que refleja la llegada del Señor hasta sus plantas. Hasta allí lo han portado sus hijos. Nuestro director espiritual realiza la oración final y ante la Santísima Virgen hallamos la motivación más profunda para seguir contemplando sus Cinco Llagas, quedando en nuestro corazón y nuestras manos una nueva oportunidad de conversión.

🖋️ @c_reymartin

 

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